Me enseñaron esta simple regla a una edad temprana; “Es mejor pedir perdón que pedir permiso.” Es mejor no saber que estás haciendo algo malo y pedir perdón, que saber de inmediato que no se supone que estés haciendo algo y todavía lo hacerlo de todos modos. Yo aplico esto al skate todo el tiempo. Muy a menudo voy a ir a un lugar para andar en skate, y en mi cabeza estoy pensando, “probablemente no se me permite andar en skate aquí, pero nadie me ha dicho que no puedo.” Así que voy a andar en skate hasta que alguien venga y me pida que me vaya. Siempre estoy listo para pedir disculpas y ser educado diciendo: “Lo siento, no sabía que no estaba permitido a patinar aquí.” Sin embargo, nunca deberíamos ser expulsados de un lugar en donde hemos intentado andar en skate dos veces, porque después de que se nos han dicho las reglas una vez, ya deberías saber mejor.

A veces tratamos de adoptar este enfoque en nuestra relación con Jesús, pensando si sólo pretendemos ignorancia, entonces será fácil para suplicar por perdón. El libro de Mateo describe a Jesús en su trono celestial separando a las personas justas y de las personas injustas en este mundo. Él llama a las personas justas, Él les dice que van a pasar la eternidad en el cielo debido a la forma en que lo trataron, diciendo: ” Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento” Si yo fuera parte del grupo de los justos a los que Jesús ha dado un cumplido, hubiera mantenido la boca cerrada y aceptado su invitación, pero es sorprendente que las personas justas ponen en duda el veredicto de Jesús. Diciendo: “Jesús, ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, cuándo eras un extraño y te dimos la bienvenida en nuestra casa? Jesús, nunca te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a cuidar de ti.” Jesús, en su infinito amor, les dio una lección al responderles, “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.”

Jesús deja muy claro lo que se supone que debemos hacer con nuestras vidas, y realmente no podemos pretender que no entendemos lo que quiere decir. Jesús dice claramente, cuando amas a las personas que son difíciles de amar, cuando ayudas a los necesitados, no lo estás haciendo por ellos; lo estás haciendo por él. Estamos llamados a amar a los que nos rodean, y tratarlos como trataríamos al Hijo de Dios. Es una idea simple de entender, pero una forma difícil de vivir. Independientemente de cómo decides dejar que esta enseñanza de Jesús afecta a la forma en que amas y tratas a las personas que te rodean, no hay ninguna posibilidad de alegar ignorancia. Es mejor en este caso el pedir fuerzas para seguir sus mandamientos, que pedir perdón cuando elegimos desobedecerlos.

Pide ayuda a Dios hoy. Pídele que te dé fuerzas para amar a aquellas personas que son difíciles de amar, y pídele a Dios que te ayude a ver a la gente de la forma en que los ve. Oren hoy para que Dios les perdone por cada vez que haya maltratado a alguien, y por todas las ocasiones en las que han fallado en amar a los que te rodean. Lee los capítulos 12 y 13 en el libro de Juan, y da gracias a Dios por darte la oportunidad de leer su Palabra.