Siempre he tenido el pelo largo y una gran barba tupida. Por lo general, no huele mal, no hay ningún tipo de criaturas viviendo en ella, y no me hace quien soy; Simplemente me gusta tenerla. El único problema con el parecerme a un hombre de las cavernas es, incluso antes de que alguien me hable, ya tienen un millón de ideas de quien creen que soy. La mayoría de las veces la gente piensa que soy un hippie sucio, algunos piensan que soy un vagabundo y que no tengo casa, y un par de veces la gente me han confundido con un leñador de las montañas. A primera vista, nadie está realmente interesado en conocer quién soy, solo quieren formar su opinión acerca de mí y seguir adelante. La gente hace eso sin embargo y todos somos culpables de ello; cada vez que vemos a una persona por primera vez, instantáneamente tratamos de descifrarlos. Es nuestra naturaleza humana la que nos hace tener primeras impresiones; sin dudar etiquetamos a la gente de la cual no sabemos nada.

Sin embargo, ¿Alguna vez ha pensado en lo potencialmente perjudicial que podría ser si estamos equivocados acerca de estas primeras impresiones? Tal vez estereotipamos un par de personas al azar, o no nos gusta un determinado grupo de cual no sabemos nada, pero ¿Qué si juzgamos a Dios basado en las opiniones o acciones de otros, sin en realidad llegar a conocerlo? Escucho a la gente decir todo el tiempo que ellos no quieren tener nada que ver con Jesús porque han sido tratados injustamente o heridos por los cristianos. Es muy triste que muchas personas afirmen odiar a un Dios de amor que en realidad no conocen personalmente. Sin embargo, cuando realmente miramos en la vida de Jesús, empezamos a verlo en una forma totalmente diferente a la forma en la que nuestra cultura y sociedad lo describe.

En el libro de Lucas, la Biblia describe a un hombre perfecto llamado Jesús que está siendo ejecutado por crímenes que no cometió. Con clavos a través de sus manos y pies, este hombre sin culpa está colgado en una cruz delante de sus asesinos, esperando la muerte. En medio de su dolor y agonía, grita una oración desinteresada a Dios diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen….” Eso es lo que Jesús es, un hombre que en su lecho de muerte que le pide a su Padre que perdone a la gente que lo mató.

Las personas que dicen ser cristianos meten la pata diariamente, y con frecuencia pintan una imagen borrosa de quién es realmente Jesús, pero no podemos dejar que nuestras opiniones de ellos cambien la manera en que vemos un Dios amoroso. Jesús te ama; Él lo dio todo por ti, y murió para que todos tus pecados y errores puedan ser perdonados. Deja a un lado todas tus ideas y opiniones anteriores y verdaderamente habla con Dios ahora.

Pide a Dios que se revele a ti, y con el corazón abierto pídele que sea una parte real de tu vida. Dios es nuestro Padre y quiere estar contigo, Él sólo está esperando que le pidas. Da Gracias a Dios por enviar a Jesús a morir en la cruz por ti, y pídele que abra tus ojos a quién es realmente Jesús. Lee el capítulo 2 en el libro de Juan, y pedirle a Dios que hable a través de su palabra escrita.